En Madrid, donde cada semana nace un nuevo bar que promete revolución, hay un lugar que no solo ha cumplido esa promesa, sino que la ha desarmado con ironía, teatro y un radical sentido del petardeo de calidad. Pensión Mimosas es una coctelería disfrazada de pensión decadente, un club futurista escondido tras una recepción surrealista, y un pequeño universo donde la corrección técnica convive con la carcajada, la performance y la libertad absoluta.
Aquí, la coctelería tiki renace en versión cósmica, las estancias cuentan historias líquidas y La Patrona —su figura performativa— convierte cada noche en algo más que un servicio: en un delirio perfectamente imperfecto.
Hablamos con su creador sobre sátiras al “high-end cocktail”, arquitectura emocional, la magia del equipo y ese deseo delicioso de ponerse unas gafas horteras a lo Elton John y volver a divertirse. Bajo la piel decadente de una pensión que nunca existió —pero que todos juraríamos haber visitado en algún sueño ligeramente febril— nace Pensión Mimosas, un universo creativo impulsado por Marc Álvarez (Sips, #3 The World’s 50 Best Bars), junto a Enric Rebordosa (Paradiso), Juan Falcón (Creps al Born), Pau Ritter (Olimpic Bar) y el equipo que sostiene la barra como quien sostiene un escenario. Al frente, Alessio Beltrami, que es al mismo tiempo motor líquido, maestro de ceremonias y alquimista emocional; y, orbitando a su alrededor, La Patrona, ese personaje que parece surgido de un cabaret futurista y que da al ritual del bar una capa de humor, narrativa y delirio perfectamente calculado.

Situada entre la Plaza Mayor y la Puerta del Sol, Pensión Mimosas se ha convertido en uno de los proyectos más singulares y magnéticos de la actual escena madrileña, ahora que la ciudad parece vivir un renacimiento hedonista. Es un cruce impertinente —y deliciosamente exacto— entre coctelería, performance y club; un lugar donde el cliente no entra: hace entrada. Un espacio que demuestra que la corrección técnica, la buena mitología del cóctel y el petardeo de calidad no solo pueden convivir, sino trenzarse para construir una experiencia irrepetible.
Estos son los protagonistas que han respondido a nuestras preguntas para ESSENCEmag.
Pensión Mimosas nace bajo la piel de una pensión decadente, pero convertida en un espectáculo. ¿Cuál fue el primer chispazo creativo que te hizo imaginar este universo entre lo teatral, lo irónico y lo futurista?
Muy sencillo: Pensión Mimosas nació y vino a Madrid para ser un pequeño sarcasmo o sátira al mundo del “high-end cocktail”, escenario al que pertenezco en otros de mis bares. Queríamos demostrar que la corrección técnica y la buena mitología no estaban reñidas con el divertimento.
El proyecto combina coctelería, performance y club. ¿Qué era lo más importante para ti: crear un gran bar, crear una gran experiencia o romper esa frontera para que ambas cosas sucedan a la vez?
Creo que lo que mejor define a este proyecto era reivindicar el petardeo de calidad. Como te comentaba antes, la fiesta no está reñida con que la margarita o el cocktail de turno esté bien hecho y ejecutado. Todo es cuestión de ordenarlo y parametrizarlo bien.
Habláis de una “coctelería tiki futurista”. ¿Cómo definirías ese concepto a quien nunca ha pisado Mimosas? ¿En qué se distancia del tiki clásico y qué aporta este giro contemporáneo?
El tiki es una coctelería muy accesible: afrutada, fresca y ligera. Nació a principios del siglo pasado para acercar bebidas fáciles a las grandes ciudades. En Madrid queríamos eso precisamente: cosas frescas, elegantes, con petardeo y, además, técnicamente correctas.
La presencia de La Patrona como personaje añade narrativa, humor y atmósfera. ¿Cómo decidisteis integrar figuras performativas dentro del ritual del bar?
Muy claro, ¿no? La coctelería y el líquido no lo pueden todo. Me he dado cuenta de que ya no solo vendemos cocktails: vendemos momentos, y los momentos están hechos de algo más que líquido.
El espacio tiene una recepción que actúa como prólogo, un lounge espacial y un spa convertido en club. ¿Qué papel juega la arquitectura emocional en vuestra forma de contar historias líquidas?
Pensión Mimosas quiere ejecutar el papel de todos los speak easy: entrar en un mundo y evadirte del real. Evadir a la gente de sus vidas y generar experiencias que te permitan sentirte libre, desatado y, lo más importante, uno mismo. La entrada y las estancias están diseñadas para eso: es todo tan surrealista que no te queda otra que dejarte llevar.
En un Madrid repleto de nuevas aperturas, Pensión Mimosas ha conseguido identidad propia desde el primer día. ¿Qué dirías que es lo que más sorprende al visitante cuando cruza la puerta?
La hospitalidad y el carisma del equipo, que harán que te sientas en un espacio diferente y muy placentero. Recordemos que la base de cualquier bar es hacer sentir, emocionar y —si me permites— delirar. Buenos cocktails sabemos hacer todos.
El equipo de barra está liderado por Alessio Beltrami. ¿Cómo definirías su visión y qué aporta a la propuesta líquida de Mimosas?
Alessio es una mezcla atómica de personalidad inagotable, empatía y carisma. Domina el terreno del líquido a la perfección. No conozco a otra persona capaz de hacer el excelente trabajo que él hace. No es que aporte a Pensión Mimosas: es que él es Pensión Mimosas.
Trabajas en proyectos con personalidades muy distintas —SIPS, Paradiso, Creps al Born…—. ¿En qué se diferencia Mimosas de todo lo que has hecho hasta ahora? ¿Qué había aquí que te apetecía explorar?
Me apetecía explorar un espacio donde la rigidez de la perfección no fuera el denominador común. Pensión Mimosas es perfectamente imperfecta, y me apetecía ponerle líquido a eso. Soy una persona seria que ha hecho el papel de políticamente correcto muchos años. Ahora me apetecía ponerme un disfraz y unas gafas horteras a lo Elton John.
Para quienes trabajan en coctelería, Madrid es un laboratorio vivo. ¿Cómo ves la escena actual y qué te gustaría que sucediera en los próximos años?
Madrid es una incubadora en expansión. Aún lejos de capitales como Londres o Nueva York, pero con la cantidad de proyectos actuales, el tiempo hará que Madrid sea una de las capitales a tener en cuenta.
Además de Pensión Mimosas, has traído a Madrid FLUID, en Conde Duque. ¿Cómo dialogan ambos proyectos entre sí? ¿Son universos separados o dos capítulos de una misma narrativa creativa?
Son universos separados que comparten un ADN creativo. En Pensión, algo fresco y divertido; en Fluid, algo más reflexivo y tranquilo. Son como dos hermanos gemelos que no se parecen en nada, pero comparten el mismo genoma.






