Talika nunca quiso parecerse a una marca de belleza tradicional. Quizá porque, en realidad, nunca lo fue. Su historia empieza lejos del márketing, lejos de París, incluso lejos de la idea misma de cosmética. Empieza en un hospital, en plena posguerra, cuando una joven enfermera francesa observa cómo un ungüento desarrollado para curar heridas acelera inesperadamente el crecimiento de las pestañas de sus pacientes. Ese gesto —mínimo, casi secreto— se convertiría décadas más tarde en Lipocils, un icono absoluto y uno de los productos más longevos y respetados de la industria. Pero la magia de Talika nunca ha sido magia: ha sido ciencia, intuición y un amor obstinado por la piel.

De ese origen humilde y milagroso surge la visión de Alexis de Brosses, presidente y fundador moderno de la casa, un hombre que habla de cosmética como quien habla de filosofía. En su discurso, “innovar” no es lanzar novedades: es desandar el camino, volver a la raíz, escuchar lo que la piel pide incluso antes de que lo formulemos. Su liderazgo se ha construido sobre una idea casi espiritual de la belleza —una belleza que no invade, que no grita, que no pretende imponerse— sino que acompaña, respeta y despierta.

Ahora, con el lanzamiento de Skintelligence, Talika vuelve a desafiar los límites entre tecnología, emoción y cuidado personal. No es un producto más: es una declaración de intenciones. Una apuesta por activar la inteligencia innata de la piel, por conectar ciencia y poesía, por cuidar esa frontera invisible entre nosotros y el mundo.

En ESSENCEmag hablamos con Alexis de Brosses para comprender cómo se sostiene una marca que nació de una observación clínica… y acabó convirtiéndose en un lenguaje vital, íntimo y silenciosamente transformador.

P. Talika nació en un hospital, no en un laboratorio de belleza. ¿Cómo se convierte un tratamiento médico en un icono cosmético?
Nuestra innovación nace fuera del universo de la belleza. Viene de la medicina, de la naturaleza, de rituales ancestrales que curan. Lo que hacemos es trasladar ese conocimiento al cuidado de la piel, y ahí es donde surge la autenticidad: en tecnologías que transforman de verdad.

P. ¿Qué significa “innovación” hoy para una marca con una historia tan larga? ¿Ciencia o intuición?
Innovar es regresar a nuestros orígenes con una mirada audaz hacia el futuro. Es ciencia, sí, pero también intuición: esa capacidad de anticipar necesidades antes incluso de que sean pronunciadas.

P. Lipocils es un clásico absoluto. ¿Diría que su éxito es milagro, perseverancia o alma biotecnológica francesa?
Lipocils es el resultado del rigor científico, la constancia y esa alma biotecnológica profundamente francesa: precisa, creativa, exigente.

P. Su comunicación es poética y elegante. ¿Es una elección estética o un ADN?
Es ADN. Para nosotros, la belleza tiene un lenguaje poético. Hablamos a la piel y a los ojos con suavidad y respeto. Cada producto nace de una historia de amor. Ese amor está en todo lo que hacemos.

P. ¿El cuidado de la piel y de los ojos refleja algo más profundo, como proteger un límite vital?
Sí. Cuidar la piel y los ojos es cuidar la frontera entre nosotros y el mundo. Una frontera que hay que proteger sin cerrarla.

P. Si tuviera que definir la filosofía de Talika en una sola frase…
Despertar la conciencia de cada célula para que cada persona revele su máximo potencial: luminoso, generoso, protector.

P. Si Talika fuera una textura o una melodía…
Sería una textura ligera, pura, como el viento entre las hojas. Y una melodía suave, espiritual.

Tendencias