Hay marcas que no necesitan presentarse: se anuncian solas con el aroma. Ocurre con Santa Teresa, que es casi un latido patrio, una memoria dulce en mitad de la sobremesa española. Ávila enhebrada en yema, infancia redondeada a mano, devoción en cada pequeño bocado. Y sin embargo, lo verdaderamente fascinante de esta casa centenaria no es su pasado —que es sólido como un convento y luminoso como una tarde de invierno—, sino su capacidad para seguir haciéndose preguntas. Para mirar hacia adelante sin perder el pulso a su raíz.
Isabel, su directora general, camina esa línea fina entre tradición y futuro con una naturalidad que desarma. Habla de legado como quien habla de un hijo: con orgullo, con responsabilidad y con un amor que no necesita compararse. Quizá por eso, cuando escuchó a Rosalía confesar en un podcast que Sauvignon Blanc estaba inspirado en Santa Teresa, la chispa fue inmediata. Una ocurrencia, un gesto castizo-pop, un trueno creativo de esos que sólo suceden cuando la pasión se encuentra con la intuición. En una semana —literalmente— nacieron las Yemas de Lux, un in&out tan inesperado como necesario: la receta eterna bañada por un velo sutil de Sauvignon Blanc. Tradición, pero con el rubor moderno de una artista que también celebra lo auténtico.
Porque esa es la verdadera conversación aquí: la autenticidad. La de unas yemas que siguen redondeándose a mano, una por una, sin renunciar a la paciencia sagrada que exige lo bien hecho. La de una marca que no se disfraza, que no corre y que entiende que el tiempo —ese lujo máximo— es el único ingrediente irrenunciable.

Y así, entre Ávila y Los Ángeles, entre un obrador y un estudio de grabación, surge un puente inesperado: un homenaje que sabe a raíz, a riesgo y, sobre todo, a eternidad. Y en esa búsqueda de respuestas auténticas —las que nacen del corazón de un proyecto y no de su superficie— charlamos con Isabel López Resina, directora general de la marca y guardiana luminosa de este legado dulce. Nadie mejor que ella para descifrar el presente y el porvenir de Santa Teresa: su voz serena, su intuición afilada y su mirada moderna sobre una casa con más de un siglo de historia convierten esta conversación en un viaje a la esencia misma de lo que significa crear, conservar y, sobre todo, honrar una tradición que sigue viva porque sabe moverse, respirarse… y emocionarnos.
Isabel, Santa Teresa es sinónimo de Ávila, de tradición y de dulzura con historia. ¿Qué significa para ti dirigir una marca tan profundamente enraizada en la identidad española?
En primer término, te diría que es un orgullo máximo liderar Santa Teresa y, a la vez, es una enorme responsabilidad. Hemos recibido un legado que tenemos que hacer más grande y mejor, lo que constituye un reto maravilloso para ponerle toda la pasión del mundo al proyecto.
Las yemas de Santa Teresa son casi patrimonio nacional. ¿Cómo se consigue mantener viva una receta centenaria sin que pierda frescura ni conexión con las nuevas generaciones?
Este punto lo hemos tenido siempre claro: ser muy fieles a la tradición y no alterar ni lo más mínimo la receta trayendo el producto al presente “enseñándolo”. Hemos sacado la elaboración de las yemas a los escaparates de nuestras tiendas, comercializamos experiencias de “redondeo” para particulares y corporate… de tal forma que se pueda sentir la verdad y la autenticidad como un atributo de valor en presente y no anclado a un pasado que algunos podrían considerar trasnochado.
Este homenaje a Rosalía ha generado un revuelo precioso —moderno, inesperado, castizo y pop. ¿Cómo surgió esa idea?
¡Mi vena marketiniana! Escuché un 30 de octubre, en un podcast de Rosalía para NYT, que el tema Sauvignon Blanc estaba inspirado en Santa Teresa y lo vi claro: ¡¡¡Yemas con Sauvignon Blanc!!! El viernes 31 creamos la receta y esbozamos la idea creativa… y el 7 de noviembre estaban a la venta. En una semana lanzamos Yemas de Lux. ¡Una locura maravillosa!
Rosalía es una mujer de raíz, pero también de riesgo. ¿Qué valores de Santa Teresa crees que dialogan con su forma de entender la creación y la identidad española contemporánea?
Nos encanta Rosalía porque entendemos, como ella, ¡que no hay nada más moderno que la autenticidad! Es una suerte poder ser fiel a uno mismo, trabajar en lo que crees y que en nuestro caso son productos artesanos y naturales, generando empleo y orgullo de pertenencia desde Ávila y modestamente, para el mundo. Rosalía es un icono y el mundo es mejor cuando Rosalía pasa a primer plano porque genera preguntas como la tuya en mucha gente y eso es maravilloso: la introspección es muy necesaria en estos momentos.
En tiempos de prisas, lo artesanal se convierte en un lujo. ¿Qué lugar ocupa la paciencia —ese “tiempo lento” de la buena cocina— en el ADN de Santa Teresa?
Efectivamente la artesanía tiene un precio: horas y horas de personas aportando valor. En el caso de las yemas que nos han traído hasta esta entrevista: todas y cada una de las yemas que hacemos se redondean a mano, son joyas únicas de la gastronomía española. ¿Las podría hacer una maquina? Si. ¿Serían las mismas yemas? No. La mano humana da el calor, la presión y el mimo justo para que sean delicadas, sublimes. Más a más: la receta que hacemos tendría que alterarse para poder mecanizar y no queremos hacer eso.
La automatización de los procesos tiene un precio y ese precio es la calidad del producto que se empobrece necesariamente.
La estética de la campaña ha sido muy cuidada, muy visual, casi como un videoclip gastronómico. ¿Cómo queríais que se percibiera la marca a través de este homenaje?
Ha sido un guiño estético donde nuestro logo se ha deconstruido parcialmente para emular la portada de Lux donde desde el primer momento vimos nuestro logo. Vimos el disco y dijimos desde el minuto 1: es el logo “hecho carne” y después al saber del tema… Sauvignon Blanc, se redondeó la idea.
Santa Teresa ha sabido reinventarse sin perder su alma conventual. ¿Cómo se logra ese equilibrio entre lo sagrado de la tradición y la necesidad de ser actuales?
Nunca hemos tenido un alma conventual más allá del logo que da nombre a la empresa y que viene desde 1860 pero lo que siempre hemos tenido es ALMA: las empresas son las personas que las forman, las empresas respiran, transpiran, sueñan, … como lo hace el conjunto de las personas que se dejan días, desvelos, ilusiones y pasión en todo lo que aportan al crecimiento y la sostenibilidad futura del proyecto.
Las yemas evocan infancia, sobremesa, familia… ¿Qué recuerdos personales te unen a este producto y cómo influyen en tu forma de dirigir la marca?
Recuerdo las yemas en momentos puntuales de mi infancia, fiestas, eventos … pero el recuerdo más vivo es cuando acompañábamos a mi madre a una residencia de ancianos donde ella colaboraba altruistamente. Las abuelitas y abuelitos allí, en el jardín donde los acompañábamos por la tarde o la sala de TV, nos daban yemas a mis hermanos y a mí. Seguro que eran “regalos” que a su vez les habían hecho a ellos sus familiares y ellos nos “premiaban” y compartían la yemas de Santa Teresa por pasar ese rato haciéndoles compañía e incluso dándoles la cena.
Este homenaje Rosalía acerca las yemas a un público joven y global. ¿Habéis notado ya ese efecto en ventas o en imagen de marca?
¡Sin duda! Creíamos que esta acción nos acercaría a nuevos potenciales consumidores y que atraeríamos la atención de un target más joven y así ha sido. Aún no somos capaces de medir su efecto porque tendremos que darle un espacio en el tiempo para que sea algo consistente y no puntual pero las primeras impresiones son muy positivas.
Si Santa Teresa fuera una canción de Rosalía, ¿cuál sería y por qué?
¡Ahora mismo Sauvignon Blanc es la canción sin duda! Es elegante, delicada, con un tempo perfecto, reposada. las Yemas Santa Teresa Lux son así y la compañía encara la Navidad con este preludio maravilloso.
Y para terminar, una pregunta de Essencemag: ¿cuál es para ti el verdadero lujo?
¿El sabor, la autenticidad, el tiempo… o el alma que hay detrás de las cosas bien hechas? Todas esas cosas son lujo, pero sin duda el tiempo para mi es el lujo máximo. Cuando tienes tiempo la vida crece, se estira, se ensancha… tener tiempo para crecer llenándose de experiencias nuevas, o viejas pero reinventadas y mejoradas… ¡Todo el tiempo del mundo me parece poco para tantas y tantas cosas que hay por explorar y aprender!





