Hay alianzas que parecen trazadas por la historia más que por el marketing. De esas en las que la elegancia no se impone, sino que se comparte en silencio, copa en mano y motor encendido. Así se entiende la unión entre Aston Martin y Champagne Bollinger, dos casas que no necesitan presentación, porque ya son, por sí mismas, un manifiesto de lo exquisito.
La marca británica de automóviles se enorgullece de nombrar a Champagne Bollinger su Socio Oficial de Champagne, mientras que la maison francesa reconoce a Aston Martin como su Socio Automotriz Oficial. Un matrimonio perfecto entre la velocidad refinada y la efervescencia con pedigrí, entre el arte de conducir y el arte de celebrar.
Desde su fundación en 1829, Bollinger ha sido sinónimo de tradición y savoir-faire. En Aÿ, su hogar francés, el tiempo se mide por barricas y vendimias. Su propio tonelero residente —uno de los pocos que quedan en Champagne— cuida más de cuatro mil barriles de roble con una devoción casi litúrgica. Esa atención al detalle, ese equilibrio entre herencia y modernidad, es la firma de la maison.
Por su parte, Aston Martin, nacida en 1913, es el reverso británico de la misma ecuación: precisión, belleza y una obsesión artesanal que convierte cada coche en un icono. No es casual que ambas marcas compartan un Royal Warrant, ese sello real que distingue a los proveedores de la Casa Real británica desde hace generaciones. En el caso de Bollinger, desde 1884.
“Es una alineación natural de dos marcas icónicas”, explica Charles-Armand de Belenet, director general de Champagne Bollinger. “Compartimos la elegancia atemporal, la herencia y la maestría. Bollinger estará presente en los momentos más excepcionales de Aston Martin alrededor del mundo”.
La colaboración no se limitará a un brindis simbólico. Bollinger acompañará a Aston Martin en sus experiencias VIP, lanzamientos exclusivos y eventos privados, aportando ese toque de emoción líquida que transforma un instante en un recuerdo. Desde una copa tras la bandera a cuadros hasta una velada entre coleccionistas, el champagne estará donde la vida acelera con estilo.
En palabras de Stefano Saporetti, director de Diversificación de Marca en Aston Martin, “esta asociación encarna el espíritu de lo que somos: experiencias inolvidables, rendimiento impecable y elegancia sin concesiones”.
Más allá de la colaboración, lo que une a ambas casas es una visión del lujo que no entiende de ostentación, sino de coherencia: la que se destila en los talleres, en las bodegas, en la paciencia de quien hace las cosas bien.
Y aunque esta historia hable de placer, de velocidad y de celebración, ambas marcas subrayan un mensaje esencial: nunca bebas y conduzcas. Porque el verdadero lujo —como el estilo— está en saber cuándo frenar, brindar y simplemente disfrutar del camino.





