El showroom-atelier de Cristina García es una declaración de intenciones. Su interiorismo combina materiales naturales, colores evocadores, formas curvas y detalles retrofuturistas que capturan la esencia de la marca. Un espacio donde el futurismo clásico se entiende como una evolución elegante de la tradición.

Definir el estilo de la firma es hablar de una mezcla entre lo ancestral y lo vanguardista: una reinterpretación de los detalles folclóricos llevados a la moda del 2050. En cada prenda late la pasión de Cristina por los volúmenes, los volantes y las siluetas femeninas. En su universo, las influencias culturales se entrelazan con una mirada visionaria que reinterpreta el pasado para hacerlo contemporáneo.

El espacio refleja esa dualidad. La identidad de la diseñadora se funde con la del interiorista, Alejandro Cateto (Cateto Cateto), dando lugar a un lugar que se alimenta de la tradición para proyectarse hacia el futuro.
El planteamiento de Cateto fue claro: construir una envolvente que expresara la identidad de la marca sin competir con el producto expuesto. Así, la arquitectura se convierte en un lienzo que realza las creaciones de Cristina García.

La amplitud visual se logró mediante la demolición de tabiques previos, permitiendo que la luz y el aire recorran el espacio. Los tonos rosas y malvas —tan característicos de la firma— envuelven un ambiente minimalista en su estructura, pero maximalista en sus detalles. Cada rincón, cada textura, revela un equilibrio entre lo poético y lo funcional.

El atelier se organiza como una planta libre y versátil, pensada para el dinamismo del trabajo diario. El uso de cortinas suspendidas en el techo sustituye a los antiguos tabiques, generando un juego escénico entre lo visible y lo oculto.
Con un simple movimiento, el espacio puede abrirse o fragmentarse en zonas: el probador, la sala de atención, la exposición de vestidos o el taller trasero. Esa flexibilidad convierte los 80 metros cuadrados en un pequeño universo adaptable, íntimo y cambiante.

Los espejos amplifican la sensación de profundidad y acompañan el movimiento de las telas, creando reflejos que multiplican la experiencia visual.
En definitiva, el atelier de Cristina García es la extensión natural de su estilo: una materialización física de su imaginación, interpretada a través de la mirada sensible y contemporánea de Alejandro Cateto.

Fotografias: @loveladrillo

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