En un tiempo en que todo parece urgencia, donde la prisa ha colonizado hasta los minutos de silencio, Ignacio Mateos se atreve a escribir sobre lo más radicalmente invisible: detenerse. Su libro Meditarte no es manual ni catecismo, tampoco receta de autoayuda para quien necesita curarse de sí mismo, sino un mapa íntimo, lleno de grietas y de luz, para aprender a mirar la vida como quien paladea un sorbo de vino o escucha el rumor secreto de la madera cuando se enciende la chimenea.
Poeta de gesto contenido y escritor de palabras limpias, Mateos ha decidido que el verbo meditar no es un lujo oriental importado en cápsulas occidentales, sino un acto cotidiano, tan nuestro como andar descalzo en verano o mirar el cielo de la siesta. “Meditar es un arte”, escribe, y no se equivoca: lo convierte en un gesto de resistencia frente al ruido y en una manera de devolvernos a lo sencillo.
Con esa voz que parece hecha de pausas y que huye de la solemnidad, Ignacio Mateos nos invita a ensayar otra forma de estar en el mundo. Una conversación con él es un ejercicio de aire fresco: habla despacio, piensa como si dibujara, y deja silencios que pesan más que las frases. En esta entrevista con ESSENCEmag, nos adentramos en su universo, donde la palabra “presente” deja de ser una consigna para convertirse en una experiencia tangible, delicada y profundamente humana.
“Meditarte” es una palabra inventada, un verbo sugerente. ¿Cómo nació el título? ¿Qué significa para ti “meditarse” o “meditar a través del arte”?
Como descubrirá el lector, Meditarte es un concepto especial surgido de la fusión de la meditación y el arte. El libro es el resultado de un proceso de alrededor de una década de investigación y desarrollo canalizado a través de la organización Artpath, fundada en Nueva York y desde la cual he estado divulgando la práctica de la meditación contemplativa a través del arte. Se trata de una experiencia de meditación más simple, inspiradora y placentera hecha a medida para una sociedad tan visual y ajetreada como la nuestra. El arte es, por ello, un motivo para ordenarnos, conectar con nuestro auténtico ser y enriquecer nuestras relaciones con nosotros y con los demás.
¿Este libro nace más de la necesidad de escribir… o de la necesidad de parar?
Sobre todo, nace de esa necesidad que todos tenemos de ser capaces de echar el ancla y de pararnos a contemplar todo lo bello y significativo que nos rodea. Por supuesto, como escritor, también he sentido la necesidad de plasmar toda esta labor de exploración y práctica en una obra no solo estéticamente preciosa sino también muy disfrutable. Gracias a la magnífica labor de Editorial Planeta, en mi opinión ha quedado un libro de ensueño.
En un mundo de sobreinformación y ruido, ¿cómo fue el proceso de sentarte a escribir un libro que habla del silencio?
Desde que comenzaran las primeras pinceladas del proyecto hace más de diez años, se ha ido avanzando progresivamente en un camino único y muy enriquecedor. El concepto tomó forma durante mi estancia en Nueva York, mientras estudiaba un máster en Mercado del Arte en el Sotheby’s Institute of Art gracias a una beca de la Fundación La Caixa, a través de los guiones de los contenidos audiovisuales de Artpath. De alguna manera, se trata de un libro escrito desde el ruido de las grandes metrópolis, pero con una clara vocación encuentro con ese silencio tan necesario.
¿Cómo conviven en el libro el Ignacio artista y el Ignacio meditador? ¿Es Meditarte una síntesis o una ruptura?
Ese previo y profundo proceso de meditación y reflexión luego me brinda la oportunidad de innovar; no solo en cuanto a un concepto que fue pionero o en la estructura del libro, sino también desde perspectivas más artísticas e, incluso, poéticas. Por otra parte, Meditarte, como todo buen manual, es, sin duda, una síntesis de todo este conocimiento y experiencia. Estoy convencido de que el lector se va sorprender de manera positiva.
¿Qué tipo de lector imaginabas mientras escribías? ¿A quién le hablas?
El libro tiene vocación universal y aspira a perdurar en el tiempo. Es una obra que habla a todo aquel que desee ordenarse y sentirse mejor descubriendo todas las maravillas que se ocultan en el arte y en nuestro entorno.
¿Cómo se estructura Meditarte? ¿Es un ensayo, un diario, un manual, una conversación?
Por un lado, Meditarte propone un viaje inmersivo a través de siete bloques que conectan una cuidada selección de obras de arte, herramientas y sugerencias que nos ayudarán a calmarnos, a ordenar nuestras emociones y a favorecer nuestro bienestar. Por otro lado, es también un manual-oráculo universal para la contemplación estética e, incluso, un soporte para nuestra práctica de meditación, al que podremos acudir en cualquier momento para sentirnos bien.
Muchos piensan que meditar es “dejar de pensar”. ¿Qué lugar ocupa el pensamiento —y la emoción— en tu práctica y en el libro?
Para mí, meditar es reflexionar profunda, activa y emocionalmente sobre un motivo, contemplándolo desde todos sus lados: sin apartarse de él, interiorizándolo, asimilándolo. No se trata tanto de forzar la ausencia de otros pensamientos, sino de cambiar nuestra relación con ellos: observándolos sin apego ni rechazo, siendo capaces de comprender su impermanencia.
¿Qué rol ha jugado la escritura como forma de meditación? ¿Escribir puede ser un modo de “respirar hacia dentro”?
La escritura es una gran herramienta para la transformación personal y el autoconocimiento, pues ayuda a clarificar nuestros pensamientos y a discernir lo que es positivo de lo que no. En mi caso, reformular cada frase del libro ha sido una oportunidad para discernir y aprender a gozar de lo esencial. Desde ese punto de vista, escribir nos ayuda a oxigenar, sanar y reorganizar nuestro interior.
En tus páginas hay una búsqueda de presencia, de belleza, de pausa. ¿Se puede meditar también desde el caos? ¿Desde una emoción intensa?
Ese es, en realidad, uno de los propósitos del libro y probablemente de nuestra vida: aprender a ser capaces de encontrar esa pausa restauradora en medio del caos. El arte tiene esa capacidad de transmutar nuestra mente dispersa en una concentrada. En ese sentido, grandes artistas como Van Gogh logran transformar toda esa agitación o dolor interior en una expresión artística innovadora.
¿Qué artistas —pintores, músicos, escritores— consideras que han meditado con su obra, aunque nunca se sentaran en flor de loto?
Tal y como propongo, la meditación es un proceso que acompaña inexorablemente a todo artista. Algunas, como la pintora minimalista Agnes Martin, sí permanecían meditando en silencio, esperando la inspiración. Otros, como Monet, Proust o Debussy, fueron capaces de convertir sus percepciones y estados mentales y meditativos en hermosas obras de arte. Me gusta, por ello, considerar a todos los artistas como excepcionales maestros de la meditación.
¿Qué aprendiste de ti al escribir Meditarte? ¿Hubo momentos de revelación, o fue más bien una destilación lenta?
El proceso de escritura y edición ha sido fascinante. Ver cómo toda esa sabiduría ancestral que contiene el libro se ha ido integrando y encajando en su página ha sido una experiencia cercana a lo divino. Una vez estaban fuertes las bases, comenzó un proceso de refinamiento. Como el buen vino, cada frase, cada lección y cada bloque ha sido revisado con verdadero propósito durante años.
Vivimos una época en que muchos buscan herramientas de salud mental y calma. ¿Crees que la meditación está siendo banalizada o, al contrario, democratizada?
El concepto de meditación está cada vez más presente en nuestra sociedad pero, como ocurre con casi todo hoy en día, a veces se tergiversan, caricaturizan o, simplemente, malentienden sus significados. La práctica de la meditación no tiene por qué consistir en sentarse en una postura imposible para alcanzar el nirvana, sino, tal y como propone Meditarte, que esta se convierta en un proceso personal elaborado por las experiencias e intuiciones de cada persona.
¿Qué mitos te gustaría derribar con este libro? ¿Qué ideas erróneas sobre el silencio, la espiritualidad o el arte quieres cuestionar?
La mitología, la fantasía y la idealización han guiado a nuestras sociedades durante milenios y hoy en día esa búsqueda obsesiva por la exhibición de una supuesta perfección es más palpable que nunca. Algunos profesionales tanto del arte como de la meditación abusan de un cierto esoterismo y ritualización en sus prácticas cuando, en realidad, ambas disciplinas son, en esencia, mucho más sencillas de disfrutar. Es como si se hubieran construido unas barreras de entrada artificiales que, en ocasiones, pueden rayar el esnobismo. Toda persona tiene la capacidad de conectar con sus emociones y su propio silencio interior. De hecho hay quien logra esta conexión meditativa, simplemente, viendo una serie de Netflix, aunque sea en medio del caos.
Por último: ¿qué te gustaría que pase con este libro cuando alguien lo abra por primera vez… y cuando lo cierre?
Meditarte está concebido para que su lectura sea una experiencia deliciosa, casi sublime; así que confío en que así sea. Ojalá a quien lo abra le den ganas, no solo de leerlo de principio a fin, sino también de recomendarlo, difundirlo y de poner en práctica todo lo recogido en sus páginas. Meditarte es un libro sin fecha de caducidad, al que el lector podrá acudir de nuevo en cualquier momento para recrearse con toda esa belleza que a veces permanece oculta a nuestro alrededor.





