La obra del colombiano inspira un montaje del Ballet Nacional de España que se ha llevado cinco galardones en los últimos Premios Max de teatro. En los últimos Premios Max, la danza tuvo un reconocimiento mayor que otros años. En parte gracias a Afanador, el montaje del Ballet Nacional de España, que se alzó con cinco premios, entre ellos el de Mejor Espectáculo de Danza. El coreógrafo y director artístico Marcos Morau ideó este montaje basado en la obra de Ruven Afanador, el icónico fotógrafo colombiano de moda que tantas veces ha retratado a los grandes del flamenco. “Inspirado y fascinado por los libros Ángel Gitano y Mil Besos no podía yo limitarme a copiar tanta belleza. Las magistrales sesiones fotográficas de Ruven Afanador en Andalucía son irrepetibles”, asegura Morau.

El resultado es una coreografía donde aparecen grandes lazos, horcas y batas de cola que acompañan a una composición musical de Juan Cristóbal Saavedra y donde también colabora la cantante María Arnal. Es un viaje entre lo onírico, la vida y la muerte, con dramaturgia de Roberto Fratini Serafide. “Afanador observa el mundo del flamenco a través de una lente deformante, que es una lente que parte del sueño, del deseo, de la memoria”, relata Morau.

En escena suena música electrónica, minera, seguiriya, cantar de trilla o ecos de Semana Santa, que provocan el baile, lo acompañan y despiertan el recuerdo de las fotografías en blanco y negro de Ruven Afanador. “Su mirada no es documental: no entrega a la historia un archivo de eventos, estilos, personalidades. Tampoco es monumental: no apunta a restituir una imagen glamurosa y fotogénica de su objeto. La mirada de Afanador es deseosa: deforma su objeto, y se deja deformar por él”, comenta Fratini Serafide.

El montaje, que pasó por Corea, es una de las propuestas más arriesgadas y novedosas del director del Ballet Nacional de España, Rubén Olmo, que también fue fotografiado en su momento por el propio Afanador. Es un espectáculo donde prima el blanco y negro de la fotografía, con una escenografía tradicional que se transforma con elementos como cataratas, aludes o tempestades. Jovellanos, 4.

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