En un mundo donde la juventud parece ir siempre con prisa, hay quienes deciden pararse, pensar y, sobre todo, hacer. Pelayo Blanco es uno de ellos. Al frente de Jóvenes Kukoa, un proyecto que suena a compromiso y a inconformismo, su historia no es la del típico emprendedor de manual, sino la de alguien que ha entendido que cambiar las cosas no es cuestión de edad, sino de actitud. Hoy nos sentamos con él para hablar, más que de lo que hace, de quién es. Porque detrás de cada iniciativa hay una persona, y detrás de cada persona, una historia que merece ser contada.

¿Cómo se te ocurre? ¿qué te movió a ello?

Todo nace en el Covid, cuando me doy cuenta de que había gente que lo estaba pasando realmente mal y en mi familia, gracias a Dios, no teníamos ningún problema grave.

Al ver todo el sufrimiento que hay en el mundo y la buena situación que yo vivía, me vi con la obligación de echar una mano en lo que pudiera. Así que simplemente empecé.

Empecé montando una asociación con mi mejor amigo que se llamó «apoyando a nuestros mayores» en la que mandábamos vídeos animando a los ancianos que estaban en las residencias y no recibían visitas, pero cuando salimos del confinamiento tuvimos que dejarlo.

Pocos meses después, durante esa Navidad, nos pusimos en contacto con un comedor social para ir a echar una mano con nuestro grupo de amigos, pero gracias a moverlo entre nuestros conocidos, acabamos yendo 60!!

Cuando terminó esa Navidad, de nuevo me vi forzado interiormente a tener que seguir con esa iniciativa que había llevado a cabo, así que hicimos un grupo de Whatsapp al que llamamos Kukoa para empezar a mandar voluntariados de vez en cuando.

Ese grupo de Whatsapp al tiempo fue insostenible y pasó a ser una cuenta de Instagram con distintos grupos de Whatsapp. Un tiempo después empezamos a trabajar con gente de Toledo, Málaga, Granada, Santiago de Compostela, Murcia… Para poder gestionar este volumen tuvimos que desarrollar y lanzar una página web y actualmente estamos trabajando para desarrollar y realizar nuestra labor a través de una APP.

Pelayo, hay quien dice que la juventud está perdida. Que no lee. Que no siente. Que no se involucra. Pero tú lideras a cientos de jóvenes en una cruzada de compromiso y ayuda. ¿Cómo se construye una generación que no quiere ser olvidada?

En primer lugar creo que es necesario desmentir que la «juventud» esta perdida en su conjunto. Por supuesto que es algo innegable que tampoco es comparable la juventud de hoy en día con la de hace 30-50 años, pero no es comparable siguiendo los mismos atributos, de la misma manera que no es comparable un coche de hoy en día con el de hace 30-50 años. 

Creo que las generaciones anteriores a las nuestras nos dejan un mundo muy complejo, un mundo totalmente distinto al que nacieron, de hecho, un mundo que ni ellos entienden. 

Te puedo decir por experiencia personal que hay muchísimos jóvenes llevando a cabo proyectos alucinantes y cambiando el mundo en su «pequeña parcelita».

Creo que la clave para que nunca te olviden, a título personal y como generación, es ser tu mismo. Dios nos ha hecho únicos a cada uno de nosotros y tenemos el deber de mostrarnos tal y como somos, «simplemente» mostrar lo que llevamos en el corazón. Que lo que nos mueva sea el corazón y no el bolsillo, aquello entre las piernas o cualquier otra cosa..

En tiempos de redes sociales, de imágenes fugaces y frases de 280 caracteres, tú apuestas por algo más humano: la mirada del anciano que acompañas, la mano del niño que ayudas. ¿Qué nos hemos dejado por el camino?

Muchas veces vivimos muy rápido y en lo superficial, eso está claro. No vemos lo que hay detrás de las pantallas, detrás de las fotos y detrás de esas fotos, que es lo verdaderamente importante. Lo que hay son personas. Personas con una historia que contar, con unos sentimientos que quieren expresar y, en el caso de los ancianos que mencionas, muchas lecciones que enseñarnos.

El miedo es humano. ¿Has sentido miedo? ¿Has pensado alguna vez en rendirte?

El miedo es humano, pero creo que trato de llegar a la raíz del miedo para poder «quitármelo de encima». Si tengo miedo de que no salga adelante un proyecto, trato de ver cuales son esos factores que creo que pueden ser un impedimento para que salga adelante y así poder solventarlos.

Y como dice mi novia: «de miedo no se vive». Así que a tu pregunta, he sentido miedo que pronto lo he convertido en motivación y objetivo que cumplir y no, nunca he pensado en rendirme.

El boxeo, como la vida, es un combate. Un juego de resistencia, estrategia y aguante. ¿Qué has aprendido en el ring que te haya servido fuera de él?

En primer lugar a mantener los brazos arriba, cubriéndome, nunca se sabe cuando te van a lanzar un crochet.

En segundo lugar a ser noble y respetuoso, aunque parezca mentira, el boxeo es un deporte de señores y creo que nunca se debe perder la elegancia y el respeto entre contrincantes, aplicado a la vida y a los negocios, nunca saltarse las reglas.

Por último, a  nunca subestimar a tu contrincante. Uno puede ser muy delgadito y pegar golpes fuertes o golpes estratégicos, igual que en la vida.

Dicen que quien no ha sufrido, no comprende el dolor ajeno. ¿Cuál ha sido tu herida?

Te sorprenderá la respuesta, pero quien ha sufrido ha sido mi abuelo y estoy siguiendo todo lo que él me enseñó.

No hay entrevista, charla o artículo en la que no mencione a mi gran ídolo, mi abuelo: Manuel Blanco Segundo.

Mi abuelo nació en 1936, en Huelva, pronto se fue a Tarifa porque su padre era militar y al ser el varón mayor, tuvo que ejercer muchas veces de padre durante la postguerra. Con tan solo 6 años hacía el mismo la cola para recoger la comida para su familia con la cartilla de racionamiento, llevando los zapatos 6 o 7 tallas más grandes de su padre porque no podían permitirse otros y a su padre se los daban en el ejército.

Pronto se alistó en el ejército, pero su cabeza para la contabilidad le impulsó a llevar las cuentas de parte de la marina y a en unos años irse a vivir a Madrid a trabajar. El buen hacer y el corazón que le ponía al trabajo hizo que cuando se jubilaron los socios le ofrecieran sus acciones y unos años más tarde se hizo dueño de la empresa hipotecando la casa en la que vivían sus 12 hijos.

Como ves, su carrera profesional fue todo un «éxito», pero eso no completó lo que para el era el éxito.

Como te he dicho, tuvo una familia de 12 hijos a los que mantuvo unidos hasta el 13 de mayo de 2023, cuando falleció, después de haber sufrido: 8 infartos, 3 ictus, un implante de rodilla, varios cáncer y muchos otros problemas de salud. Siempre siempre siempre luchando para poder seguir disfrutando y viviendo, que era lo que más le gustaba.

No sé si está era el tipo de respuesta que te esperabas, pero creo que quien sufrió es mi abuelo, yo he sufrido mucho su pérdida, pero la justificación de ayudar a personas sin recursos, personas mayores y personas enfermas viene por ahí y el cuarto área de Kukoa con las personas con discapacidad a las cuales creo que también es súper necesario ayudar.

España es un país de contrastes, de grandes ideales y profundas divisiones. ¿Es más fácil unir a los jóvenes en la solidaridad que en la política?

Sin ninguna duda, me encanta ver como en Kukoa da absolutamente igual las ideologías, religiones y cualquier otra cosa. Solo importa ayudar.

Si solo pudieras elegir una imagen para definir la esencia de Kukoa Jóvenes, ¿cuál sería?

Sería una de los cuatro amigos que lo fundamos, cantando con una persona que vive en la calle. 

La esencia de Kukoa es la amistad, el cariño, la cercanía, la generosidad y el corazón que le ponemos a todo lo que hacemos.

¿Qué es para ti el éxito?

Para mi el éxito, sin ninguna duda, es cumplir aquello para lo que has nacido.

Puede sonar filosófico y lejano, pero creo que todos tenemos una misión interior y unas aptitudes que debemos de desarrollar que nos abrirán las puertas en lo profesional, los ojos en proyectos a desarrollar y el corazón en lo personal. 

Por eso creo que el éxito es difícil de medir e intrínseco a la persona. Solo Dios y uno mismo sabe si en esta vida ha sido exitoso, si se ha desarrollado todo lo que podía desarrollarse, si ha llevado a cabo todos los proyectos que se le han cruzado por el camino y si a amado todo lo que debía amar.

Como ves, todo poco cuantificable y no estandarizado.

Hay quien ayuda para sentirse bien. Hay quien ayuda por obligación. Y hay quien ayuda porque no sabe vivir de otra forma. ¿Por qué ayudas tú?

Creo que a mi vida le faltaría algo muy grande si no ayudara. En ese Tetris que te comentaba antes de el «éxito» personal, para mi está sin niguna duda llevar a cabo el proyecto de Kukoa y seguro que muchos otros en el futuro.

¿Qué es lo último que te ha emocionado? 

Saber que hemos ayudado a una persona a salir de la calle. Gracias a un trabajo de limpieza y un piso tutelado del Ayuntamiento de Madrid, hemos conseguido que saliera de la calle después de 3 años.

Si ahora mismo tuvieras que dejarlo todo y empezar de cero en otro lugar, sin pasado, sin nombre… ¿Qué harías?

Desde que empecé mi vida profesional en el ámbito social y empresarial he intentado crearme mi propia historia. Por supuesto que gracias a la educación que he recibido y haber nacido en una familia acomodada es una ventaja, pero he intentado siempre labrarme mi propia carrera y proyectos yo mismo. Por eso pienso que no me sería difícil, que no significa que conlleve mucho trabajo, sacar proyectos sociales y empresariales.

Creo que hay una forma de ser, que no sé ponerle nombre, que llevamos en la sangre vivir NUESTRA vida, crearnos nosotros el mundo en el que queremos vivir y la vida que queremos vivir, o al menos, dejarnos la piel para ello.

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