Alex Levisage es creador de contenido en redes sociales y habla sobre arquitectura a sus más de 380k seguidores en Tiktok. Nos responde en una entrevista con palabras de arquitecto.

¿Puede la arquitectura ser pop?

Cualquier cosa puede ser pop: La filosofía, el derecho, la medicina, la química, la arquitectura, trabajar en un pequeño comercio local, ser profesor de instituto… pero ninguna de ellas puede serlo por sí misma, ni por lo que abarque, sino por quienes la ejecutan.

Un arquitecto PUEDE ser pop, y de rebote, lo refleja en la arquitectura, pero no viceversa. 

El ejemplo perfecto es con el autor de esta frase que voy a citar: “Si encontramos un montículo de seis pies de largo y tres pies de ancho en mitad del bosque, formando una pirámide y estando al lado de una pala… nos ponemos serios y algo dice dentro de nosotros, ‘aquí está enterrado alguien”’. Eso es arquitectura «.

Esa frase la dijo un arquitecto de 1870 que se llamaba Adolf Loos, y básicamente se pasó la vida escribiendo ensayos y críticas sobre lo mucho que ODIABA que los edificios estuviesen decorados, porque según él, eso le restaba valor a la arquitectura, pero ¿sabes que hacía luego? Construía edificios como si fuesen el escaparate del Corte Inglés. Edificios con colores, texturas, decoraciones por doquier… pero luego, ¡eh!, que la decoración es una mierda… ¿En serio, Adolf Loos?

¿Hay algo más pop que tener un discurso absolutamente en contra de algo y luego hacer justamente eso que criticas? No. Quienes hacemos arquitectura somos mamarrachos mentirosos, hasta quienes van de puristas y se echarían las manos a la cabeza si les pones un dedo encima de su obra. Si hay algo pop en esta vida, es crear espectáculo, haciendo creer al espectador lo que personal (o profesionalmente) te conviene que crea.

¿Qué hay de arquitectura en un rizo del pelo de Timothée Chalamet?

Absolutamente todo, o absolutamente nada. ¿Tú crees que en la pasta que te cocinas hay una geometría pensada? ¿O que nuestro ADN tiene la arquitectura que tiene y no otra porque el cuerpo lo hizo así? Supongo que dependerá de la comedura de cabeza que te apetezca tener en mitad del cine mientras estás viendo la película de Dune (como si de por sí, fuese una cosa fácil y amena)

¿Cómo te empezaste a enamorar de la arquitectura?

Para mí fue como cuando tienes a un amigo de pequeño con el que jugabas todos los días, pero no veías como “algo más” y años después terminas dándote cuenta de que durante todo ese tiempo siempre te había gustado.

Mi formación es estrictamente científica. Estudié ciencias durante toda mi etapa escolar, incluida la universidad (empecé la carrera de farmacia, después geología…) y veía la arquitectura como a una vieja amiga a la que le tenía cariño y con quien nunca había perdido el contacto. Fue durante esta etapa “acientíficada” en la universidad cuando me di cuenta de que era tontería seguir obviando lo evidente y me sumergí de lleno en esto.

¿Qué piensas hacer cuando termines la carrera?

Construyendo edificios ya te digo que lo dudo mucho. A mí me atrapa la arquitectura por el puro conocimiento, no por la profesión per se. No puedo negar lo innegable, y si hay algo que prima en mí, a parte de una locura (bastante magnética, si me lo permitís decir) es mi TDAH, trastorno de déficit de atención e hiperactividad. Mi cabeza necesita estar en todo momento funcionando, pensando, moviéndose, estimulándose… y tras haber experimentado de primera mano lo que es el mundo laboral en la arquitectura: sentarse en la silla de un estudio hasta sacar adelante un proyecto; sé que no me daría más que frustraciones y dolores de cabeza. La docencia es algo por lo que creo que vale la pena sufrir esos dolores de cabeza, en donde ese conocimiento pueda extrapolarse en múltiples ramas, tratando de llegar de una forma más distendida a unos futuros estudiantes, des-estigmatizando este concepto elitista y densificado que hay en la arquitectura, en donde se sobreentiende (tontamente) que cuanto más difícil de entender es algo, más nivel tiene.

¿Crees que la arquitectura está más de moda durante estos últimos años?

Cada semana hay algo de moda, hoy es la arquitectura, mañana es un corrector del Mercadona y pasado un príncipe heredero guapo del norte de Suecia.

Esperanza Aguirre dijo una vez: Me caen mal los arquitectos porque sus crímenes perduran más allá de su propia vida.  ¿Qué le diría?

Hombre, pues que los crímenes de una arquitecto perduran para toda la vida, las decisiones de un político levantan o hunden un país, el fallo de un médico afecta a personas y según a quién defienda un abogado en un juicio, saldré más o menos tranquilo de mi casa. 

¿Dónde se sentiría más cómodo, en las catacumbas de París o en el último piso de un rascacielos?

Depende de la gente que haya en cada sitio. Si en las catacumbas están un señor o una señora arbitrarios y me dan tema de conversación…. pero en último piso de un rascacielos está Arturo Pérez Reverte, me quedo en las catacumbas.

¿Hasta donde llega la arquitectura en nuestra vida diaria?

Siendo extremadamente pragmáticos: Nos levantamos en una cama (supongo, al menos yo… menos los viernes) en nuestra habitación, la cual está dentro de una casa, para luego salir a la calle que está organizada por un sistema urbanístico que rige todos los equipamientos de la ciudad o pueblo en el que estemos, es decir: donde hay un super, un colegio, una farmacia, un parque… y eso, a su vez, forma parte de otro planeamiento a escala de comunidad, en la que tu pueblo o ciudad, se conecta con otros pueblos y ciudades… y así hasta que te aburras.

¿Cuáles son sus arquitectos favoritos?

Sandra Bullock, Jessica Lange, Ricardo Bofill, Sharpay Evans, Frank Gehry y la galletita de Shrek (pero solo en la peli 2).

¿Cómo le gustaría ser recordado?

¿Es que sabes qué pasa? Que lo de “ser recordado” es un poco lúgubre, porque parece que, por norma general, la gente que estudiamos hoy en día, la mayoría tuvieron un impacto después de muertos… yo casi que no quiero pensar en cómo voy a ser recordado, sino en cómo ESTOY siendo mencionado, lo cual espero que de primeras sea como un chico con un cutis envidiable y si hay suerte, con una conversación divulgativa interesante.

¿La arquitectura sirve para ligar? 

La arquitectura mal contada (que es como suele contarse siempre) es un coñazo a la hora de escuchar ¿tú te crees que a alguien le va a interesar que le estén soltando una charla sobre lo que es un zuncho de atado? No. Lo que es interesante es ser capaz de relacionar que ese zuncho de atado es el equivalente a cuando un cantante saca un álbum y las canciones DENTRO de ese álbum, en lugar de cortar bruscamente a final de canción y empezar la siguiente como si nada, crean una unión para que de una pases a otra, como si fuese una historia (o sea, lo que viene a hacer Billie Eilish o C. Tangana, Lana del rey…), porque lo que hace el zuncho es UNIR los elementos constructivos para que no se suelten y estén desparramados, o sea, evitar que sea un álbum de Kanye West.

¿Hasta donde llega su pasión?

De momento no me he visto en la necesidad de experimentar límites más allá de dormir dos horas de media diarias durante un par de días para terminar una entrega en fecha… el tiempo dirá. Mi pasión llega hasta que algo me aburre, eso sí lo tengo claro.

¿Qué pretende con este libro?

Para quienes no están dentro del mundo de la arquitectura, aprender… llevarse algo nuevo que no conocían, o una nueva forma de analizar lo que nos rodea, y para quienes sepan algo más del tema, espero que se entienda como lo que es: Un acto teatral con un mensaje de crítica. El libro, aun tomándose completamente en serio a sí mismo, no deja de ser una crítica a este elitismo que mencionábamos antes, en el que parece que cuanto “más difícil” sea algo, y menos accesible a un público general que no tenga una base previa sobre el tema, es más exclusivo. Los libros convencionales de arquitectura caen siempre en la densificación de lo que están contando, sin realmente existir una necesidad previa para crear esa complicación. Con ello, lo que trato de criticar, ejecutando estrictamente lo contrario a esto que estamos mencionando, es utilizar esas explicaciones tan complejizadas y extrapolarlas a un nivel en el que podamos simplificarlas tanto, que lleguen incluso a absurdizarse. Es decir, eso que un señor a principios del siglo 19 explicaba con las palabras más técnicas que se le ocurrían, como si fuese un mensaje en clave, lo llevamos a un punto en el que, mediante comparativas, o temáticas actuales, podamos ver que, en realidad, con las palabras correctas, y sin pretensión alguna, es algo extremadamente simple.

¿Le veremos pronto firmando edificios?

Nunca digas nunca, pero… por mi salud mental, ¡espero que no! (O al menos, no en un corto periodo de tiempo. Dadme unos añitos).

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